Seseras defectuosas
Relatos apocalípticos

Seseras defectuosas

La sesera, como su nombre bien indica, es esa parte de la cabaza que alberga los sesos, pero como la de la especie humana había salido bastante defectuosa ya de fábrica y eran demasiadas generaciones así yendo cada vez a peor, el Creador decidió que había que tomar medidas urgentes y la lobotomía parecía la más adecuada. A grandes males, grandes remedios.

Ablaciones parciales para todos eligiendo algún lóbulo al azar para ver si la tendencia a la involución humana se revertía quizá. Un trocito por aquí, otro pedazo por allá en una suerte de incisiones quirúrgicas generalizadas y extendidas por todo el globo terráqueo. Bueno, también hubo que acudir a la estación espacial internacional, que no se iba a librar nadie. Pero los de allí después no quisieron bajar, que la gravedad cero era harto divertida y más en su nuevo estado.

Con los políticos hubo que quitar algo más, como cuando se sanea bien una manzana que se está pudriendo. Claro que a estos les quedó más espacio libre en las seseras y al tocarlas sonaba como un gong. Qué inútiles pero que divertidos, la verdad es que formaban unas melodías bien chulas.

Las sesiones en el Congreso resultaban muy musicales y quedaban estupendas con esas miradas perdidas en el horizonte que proliferaron tras las lobotomías. El efecto más inmediato entre tanto gong y una creciente tendencia a divagar hizo que primaran las inversiones públicas en cultura de una forma realmente generosa.

Con los cerebros parcialmente desidiotizados, aunque fuera de manera instrumental, la humanidad se había transformado en una especie repleta de artistas. Vale, algunos de medio pelo, pero muchos realmente buenos, donde el surrealismo se convirtió en el tema estrella en la mayoría de las creaciones.

La Tierra estaba feliz porque ahora a los humanos, como buenos artistas, les había dado por crear en lugar de destruir, así que cesaron las guerras, se frenó la deforestación, las emisiones de CO2 cayeron en picado, los fenómenos meteorológicos extremos se fueron suavizando, y otros muchos efectos beneficiosos se sucedían mientras cierto equilibrio regresaba poco a poco a un hogar tan arrasado.

Sin embargo, cuando ese exceso de surrealismo fue llevado al extremo para superar con creces lo irracional a través de la maximización del pensamiento subconsciente, la lógica quedó desterrada para siempre de las mermadas mentes humanas. Lo absurdo se convirtió de nuevo en la esencia de las mujeres y los hombres de la tierra, volviendo, por tanto, a esos orígenes que ponían en evidencia una arraigada tara en la sesera que no había manera de erradicar.

Así que el mundo colapsó, pero no a expensas de masacrar a la Tierra, que en circunstancias normales habría sido lo esperado, sino a base de un cúmulo de conductas irracionales que avocaron a la autodestrucción a una especie con el cartel de «tonto» grabado en la frente a perpetuidad.

El Creador suspiró mientras observaba a un rebaño de cabras en la montaña y pensaba en la veracidad de ese conocido refrán sobre que la cabra siempre tira al monte, a pesar incluso de masivas lobotomías.

SagrarioG
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