No sé por qué te odio, quizás porque, tras mi lamentable ignorancia, se esconde una manipulación que esa misma falta de conocimiento ha permitido llegar a inculcarme un odio infundado, innecesario, pero que siento tan real que sustenta mis conductas más irracionales.
Pertenezco a una nación en la que me siento huérfano, pero la culpa es mía, porque lejos de integrarme y valorar el todo, he decidido aislarme y alimentar unas diferencias que podrían haberme enriquecido, pero que no he sido capaz de aprovechar como tal, sino que he utilizado para fomentar más si cabe mi alejamiento.
Pretendo separarme de forma unilateral, desoyendo el clamor general y cegado por un objetivo que no tiene una base fundada, como ya no lo tienen para mí, y solo en este caso, ni la Constitución ni la democracia. Y pienso, pobre de mí, obnubilado por la ilusión de haber logrado ese objetivo, que me independizaré y mi nación tendrá el nombre de lo que antes era mi provincia, pero todo lo demás seguirá igual, mantendré los mismos privilegios que tenía hasta ahora en cuanto a educación, seguridad social, pensiones, sanidad y todas esas otras cuestiones que ni siquiera me había parado a pensar de haber cavilado mínimamente, ya que solo me he focalizado en un absurdo afán separatista.
Sé que te odio español, lo siento en lo más profundo de mi alma, pero sólo porque me han enseñado que tengo que odiarte. Si intento buscar la razón dentro de mí, creo que no encontraré ni el motivo ni podré esbozar un argumento lógico para explicarlo. Eso sí, los que me han convencido para que te odie, obviamente son unos visionarios con nobles motivos que nunca esconderán ruines razones, ni políticas ni económicas ni de cualquier otra índole, para haberme lavado el cerebro.
SagrarioG
Sígueme en Facebook