Ignorancia
Reflexiones

La felicidad o lo lamentable de vivir en la ignorancia

He encendido el portátil, he abierto un documento en blanco y me he quedado pensando sobre qué escribir hoy, y han ido pasando una serie de ideas por mi cabeza:

-Políticos ladrones y descarados: -uff no, más de lo mismo.

-La actitud pasiva e inmovilista de los españoles: -para nada, qué pereza.

-La precariedad laboral y lo que pienso de muchos empresarios españoles: -tampoco, hoy no les voy dedicar mi atención a toda esa chusma.

-El egoísmo del ser humano: -que no, que me voy encendiendo por momentos.

-Algo más amable, bonito y poético: -pues resulta que ahora no me sale nada.

Y luego he pensado sobre la felicidad de vivir en la ignorancia o qué lamentable decidir vivir en la ignorancia, y, mira, parece que este es el tema de hoy.

Sí, porque a veces es muy bonito vivir en la ignorancia, ojos que no ven (u oídos que no oyen), corazón que no siente. El desconocimiento de ciertas cosas hace que no suframos por ellas y eso es algo que, en ocasiones, puede estar bien y hasta resultar muy recomendable.

Pero, ¿qué pasa cuando uno decide ser un ignorante por voluntad propia y vivir ajeno a las cuestiones realmente importantes? Pues que se convierte en un borrego más de los tantos que habitan la faz de la tierra. No se permite el lujo de conocer, de profundizar, de ir más allá, de tener la información necesaria para desarrollar un criterio propio y formarse una opinión sobre las cosas y, por tanto, no actúa, sino que acepta lo que le den.

La información es poder y en estos tiempos que corren donde tanto se practica el “arte” de la manipulación y la mentira, o te pones las pilas y te informas bien, o un alto porcentaje de la información diaria que proceses llevará un bajo porcentaje de veracidad. Lo malo es que va resultando cada vez más difícil dar con la verdad de muchos aspectos cuando, además, todo depende del cristal con que se mire.

Sí, también influye la percepción de cada persona, con el añadido de que nuestros propios filtros hacen que muchas veces nos quedemos solo con lo que queremos oír y, lo que no, pase al rincón del “no me interesa”.

Cuando esos filtros se van taponando de parcialidad, irracionalidad y falta de amplitud de miras y se asientan con el paso del tiempo, se vuelve a alcanzar un nuevo nivel de ignorancia, pero muy elevado y, mira tú, qué casualidad, que hemos partido de la ignorancia y hemos vuelto a acabar en ella.

Entre ignorantes en origen, ignorantes de nivel elevado y “listos” predicadores de ignorantes, así nos va, pero como ya he dicho, hoy no me apetece escribir sobre políticos ladrones y descarados, sobre la actitud pasiva e inmovilista de los españoles, sobre la precariedad laboral y la patronal de este país, ni sobre el egoísmo del ser humano.

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