Érase una vez un país de contradicciones
Reflexiones

Érase una vez un país de contradicciones

Érase una vez un país de contradicciones, donde los menos competentes gobernaban y los más preparados, en muchos casos, desempeñaban cargos para los que apenas era necesaria una cualificación.

Donde los más ricos robaban a dos manos mientras la justicia les amparaba y los que robaban por necesidad, acababan con sus huesos entre rejas.

Donde el sistema educativo era un fracaso, pero los padres no podían enmendarlo por la falta de conciliación entre vida familiar y profesional.

Donde costaba una pasta usar las autopistas de peaje, pero si caía una buena nevada, no había recursos para asistir a los afectados y, a pesar de eso, el gobierno renovaba a la misma empresa esa concesión.

Donde se daban casos de menores que violaban a compañeros de clase pero los que tenían que rendir cuentas ante la justicia eran los padres si les daban un cachete.

Donde las mujeres cobraban menos en sus puestos de trabajo por el hecho de ser mujeres, pero a los empresarios les daba lo mismo y el presidente del gobierno consideraba que era una cuestión donde mejor no meterse.

Donde la subida de las pensiones no era más que una descarada mofa y las personas que habían cotizado toda su vida iban perdiendo nivel adquisitivo, rondando algunos incluso la pobreza.

Donde la iglesia discriminaba a mujeres y homosexuales, protegía y justificaba a sus curas pederastas y se ahorraba el IBI sin ninguna consecuencia, siendo castigado aquel que simplemente se hacía un fotomontaje con la cara de Cristo.

Donde se hablaba de independentismo, cuando en realidad era un circo, y el gobierno lo jaleaba y lo aprovechaba para distraer al pueblo de sus masivos casos de corrupción.

Donde “portavoz”, palabra de género común, es decir, determinado su género en función del artículo la/el, pretendía ser convertida en “portavoza”, como si con esa incorrección gramatical, aparte de soberana gilipollez, se fuera a conseguir minimizar el machismo.

Donde los empresarios proponían fijar la edad de jubilación a los 75 años pero, paradójicamente, ellos mismos no contrataban en sus empresas a mayores de 50.

Donde las gentes de bien alucinaban con tantas absurdeces, injusticias e incongruencias.

Érase una vez un país de contradicciones, un país del revés, donde lo pies estaban en la cabeza y, la cabeza, en los pies.

SagrarioG
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  1. Sagrario Sanz Barreras

    Cuanta razón tiene el escrito, estoy de acuerdo en todo. Felicidades.

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