En otros países europeos sí saben qué es la conciliación de la vida familiar y profesional porque la practican y la fomentan, pero en España los empresarios oyen conciliación y se descojonan, literalmente, por lo que así nos va a los curritos españoles en estas lides, y en muchas otras…
En nuestro país se fomenta el presentismo, es decir, eso de que a uno se le vea en su puesto de trabajo cuando ya ha pasado la hora de salida, aunque se esté tocando las narices, que ya se sabe, lo importante no es ser, sino parecer. La flexibilidad horaria es algo que muchos no conocen o lo ven de refilón por disponer de escuetos tramos que el empresario otorga cual tristes migajas. Y del teletrabajo mejor ni hablamos, en la filosofía empresarial peninsular eso es algo impensable, de hecho, me imagino a la patronal echándose las manos a la cabeza.
En Suecia hay empresas que han implantado la jornada de seis horas, una medida que favorece que los trabajadores sean más productivos y que, además, disminuye las bajas laborales. Allí, donde demuestran ser bastante más inteligentes, consideran que quién trabaja más allá de las cinco de la tarde, es porque no sabe organizarse bien en su trabajo. También es en Suecia donde los padres tienen derecho a cuidar de sus hijos cuando están enfermos con una duración máxima de cuatro meses por año. Igualito que aquí.
Tenemos que cumplir con los compromisos de Bruselas en infinidad de cuestiones, fundamentalmente de índole económico, pero no hay compromisos marcados para algunos de los aspectos más importantes a nivel social y, precisamente, en muchos de ellos estamos a la cola de toda la Unión Europea. No en vano, el permiso por maternidad/paternidad de nuestro país es de los de menor duración, todo lo contrario que la duración de la jornada laboral, cuya amplitud hace que salgamos de trabajar cuando en otros países ya han cenado. Aquí todo al revés.
Como además, nuestra cultura de tradición marcadamente machista aún hace que el cuidado del hogar y de los hijos siga recayendo mayoritariamente en la mujer, nosotras seguimos echándonos más y más carga a nuestras espaldas. Eso sí, la ley nos permite acogernos a una reducción de jornada laboral, pero siguen existiendo muchos y lamentables casos de acoso y despidos, circunstancias a las que, tristemente, nos vemos sometidas por tener el privilegio de traer hijos al mundo.
En fin, siempre quedarán las pocas excepciones de aquellas empresas que sí apuestan por la conciliación, que haberlas haylas, pero lamentablemente se cuentan con los dedos de una mano. A ver si nuestros más altos mandatarios se dignan fomentar que esto cambie, aunque me temo que, a día de hoy y tal y como está la situación política de nuestro país, esta no es una cuestión para nada prioritaria. Triste pero cierto…