-Tengo cincuenta minutos.
-¿Para qué?
-Para pensar y escribir algo.
-¿Sobre qué?
-Todavía no lo sé. Sobre lo primero que se me ocurra, supongo.
-¿Y cincuenta minutos es mucho o poco tiempo?
-Es poco, contaba con tres horas, pero me he liado haciendo otras cosas, como siempre.
-¿Y qué es lo primero que se te ocurre?
-Quizás un diálogo conmigo misma mientras los cincuenta minutos transcurren. Bueno, ya son cuarenta y cinco…
-Si el diálogo es contigo misma, ¿yo soy parte de ti?
-Efectivamente, tú eres esa parte de mi mente que me hace preguntas basadas en mi idea inicial, y yo te voy respondiendo.
-Entonces, ¿eso significa que no existo?
-Sí, pero sólo en mi cabeza.
-¿Y si ahora no quiero preguntarte nada para romper el diálogo?
-No puedes, de hecho me acabas de hacer otra pregunta, el diálogo continúa.
-Pero no yo quiero que continúe, porque si lo provocas tú eso confirma que no soy real.
-Si rompes el diálogo entonces dejarás de existir, aunque eso es algo que no decides tú.
-Pero yo no quiero dejar de existir, y eso ocurrirá cuando pasen los cincuenta minutos.
-Eso es, aunque ya solo quedan cuarenta.
-¿Cuándo acabe ese tiempo será algo definitivo o volveré nuevamente?
-Tranquila, podemos seguir conversando otro día.
-¿Cuándo será eso?
-No lo sé, de momento no lo he decidido, así que aprovecha ahora para seguir preguntándome.
-Vale, ¿entonces vas a escribir sobre algo o no?
-Ya lo estoy haciendo, estoy manteniendo una conversación absurda conmigo misma y eso es lo que estoy escribiendo.
-¿Quieres decir que yo soy absurda?
-No te lo tomes a mal, pero piénsalo, tú me preguntas y yo te respondo y resulta que tú sólo estás en mi cabeza.
-Bueno, viéndolo así creo que tienes razón. ¿Y por qué escribes sobre algo absurdo?
-Porque es lo que ha generado mi mente. No siempre tiene que ser una reflexión, un relato breve o una crítica, hoy no me apetece profundizar sobre nada.
-¿Entonces este diálogo absurdo no tiene nada de profundo?
-Quizás sí, si te parece lo definimos como una profunda rayada.
-Me parece bien. ¿Qué quieres que te pregunte ahora?
-Algo relevante, ya que va a ser la última pregunta.
-¡Pero si todavía nos quedan veinte minutos!
-Ya, pero tengo que repasar el texto y lo quiero subir a mi blog.
-Vaya, pues ahora no se me ocurre nada.
-Piénsatelo, es tu última oportunidad.
-No sé, pues… ¿qué es la vida, por ejemplo?
-Esa es una pregunta muy trascendental para responderla en tan poco tiempo, además no creo que tenga una respuesta. Quizás deberíamos dejarla para otro día.
-Vale, porque eso significa que entonces volveremos a conversar.
-Sí, habrá muchas más oportunidades, te lo prometo.
-De acuerdo, lo estaré deseando.
-Yo también.
