Hoy he decidido escribirme una carta a mí misma, reservarme un momento de atención y dedicación e instaurar una nueva costumbre que no había considerado hasta ahora. Querida mía, esta soy yo, simplemente me quiero y me gusta como soy en este momento.
La experiencia me ha ido enseñando muchas cosas que han hecho que mi perspectiva sobre la vida se haya ido modificando con el paso de los años. Lo que antes me podía gustar no tiene por qué hacerlo ahora pero, ¿quién soy exactamente en este momento? Pues alguien que quizás también difiera de sí misma el día de mañana, pero espero y deseo que mi esencia prevalezca, esa que hace que sea libre y feliz.
Podrá sonar a tópico, pero he pasado de la teoría a la práctica en eso de darme cuenta de que la felicidad no está en el exterior ni en las cosas materiales, sino en el interior de mí misma, y me ha costado apartar muchas telarañas de mi alma para darme cuenta realmente de ello. Todavía sigo apartando algunas de esas telarañas para lograr llegar a lo más profundo de mi ser y, afortunadamente, soy consciente de que el proceso constituye todo un camino fabuloso.
Voy adentrándome en las profundidades de mi misma y mi objetivo está en llegar a ese ser sin corromper que un día nació a un mundo al que tenemos el afán de complicar demasiado, a ese ser que era un libro completamente en blanco, aún por escribir. Y ahora que muchas páginas de ese libro ya están escritas, he decidido dejar a un lado aquellos capítulos de sinsabores y quedarme sólo con sus enseñanzas, no volviendo a evocar el dolor y el pesar que provocaron.
He aprendido que cuando relativizo las cosas y le doy importancia solo a lo que realmente merece la pena, la paz y la serenidad hacen su acto de presencia para permanecer más tiempo conmigo, y me estoy acostumbrando de tal manera a que esa sea mi nueva naturaleza que voy a hacer todo lo posible por no dejarla escapar.
Estoy desaprendiendo a fluctuar entre el pasado y el futuro, dejando de recrear lo que sucedió y evitando pensar en qué ocurrirá para que la vida cese de escaparse ante mis narices sin apenas darme cuenta de ello. Me estoy centrando en este preciso y preciado momento, porque la vida es simplemente ahora. Es una tarea ardua tras tantos años de práctica de una mala costumbre tan bien asentada, pero la persistencia es mi gran aliada en el gratificante camino de mi reprogramación.
He decidido que yo soy la única responsable de mi felicidad y que las circunstancias exteriores chocarán contra un muro si quieren alterarla. Esa soy yo, esa es mi esencia y eso es lo que quiero que perdure.