No me gusta el fútbol, nunca me ha gustado, pero hay ciertos encuentros de especial relevancia que sí despiertan algo mi interés.
Hace poco estuve en un partido, uno de esos donde el resultado tenía importantes repercusiones para ambos rivales: subir de categoría a primera o permanecer en segunda. Y allí estaba yo, invitada a tal evento y rodeada de multitud de aficionados.
Decir quiénes eran los equipos carece de importancia ya que lo realmente reseñable se encontraba más en la grada que en el campo de juego. Y es que cuando el exceso de pasión futbolística lleva a sus aficionados a perder la educación y el respeto hacia los demás y, para más inri, dicha conducta es replicada por sus jóvenes descendientes, que son testigos directos de tan reprobable comportamiento, para mí el objetivo final de tamaño evento pasa por completo a un segundo plano. De repente me sentí rodeada por una jauría de seres primarios e irracionales cuyo comportamiento era el siguiente:
¿Que el rival perdía tiempo porque iba ganando? Pues ahí tocaba una retahíla de insultos donde prevalecía la homofobia, el racismo y el sexismo.
¿Que era el equipo favorito el que iba ganando y, por tanto, perdía tiempo? No pasaba nada y, aparte de los insultos de índole similar a los anteriores, iban también acompañados de cortes de manga y peinetas varias.
Esto, además, ocurría en continuas ocasiones, como faltas, fueras de juego, etc. Y, mientras, algunas crías hacían eco del comportamiento de sus padres, que daban orgullosos su beneplácito a la conducta de su progenie. En fin, un espectáculo bastante lamentable.
Afortunadamente, hubo momentos de disfrute en cuanto a tranquilidad más que con motivo del juego, ocurrían cuando algún jugador le daba una patada al balón y este salía disparado hacia el cielo. Entonces seguíamos su trayectoria vertical, primero hacia arriba y luego hacia abajo, y ese breve instante acaparaba la atención, desplazando momentáneamente los insultos, hasta que el balón volvía a tocar el césped y los rivales pugnaban nuevamente por su posesión. Sinceramente, yo habría agradecido algunos más de esos momentos.
Lamentable esos ataques de irracionalidad en un evento deportivo. Lamentables también los actos violentos cuando los perdedores arrancaron sus asientos en la grada y los tiraron a los que festejaban la victoria sobre el terreno de juego. Pero tremendamente lamentable, además, el terrible ejemplo que daban los padres a sus hijos, erigiéndose como peligroso modelo educativo.
SagrarioG
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Teniendo razón en lo q escribes, falta la otra parte del componente del fútbol, como vía de escape de los problemas y frustraciones de la vida durante las dos horas q dura el espectáculo. Para los ganadores además, la alegría inmensa del ascenso. Para los perdedores, el lamento y la tristeza x la oportunidad perdida y con ello, la esperanza del ascenso el año siguiente.
Gracias por tu comentario y estoy de acuerdo contigo, pero para mi lo más destacable fue el lamentable espectáculo en cuanto a la falta de educación y civismo de la gente, hecho que se repite en innumerables partidos y que nos deja escenas también de violencia entre padres que llevan a jugar a sus hijos y que terminan llegando a las manos.
Pan y circo: organiza un evento, deja que el pueblo se desahoge y que salga dócil y manso, así los poderosos pueden seguir explotándole, esta historia me suena.
Efectivamente, la historia se repite desde tiempos inmemoriales, y lo que nos queda…
Hola Sagrario! Tienes razón en lo que escribes.
No solo es triste la violencia y el fanatismo que mueve el fútbol. Nos lo imponen en todos los medios de comunicación a diario y parece que es el único deporte que existe, comparte los titulares en las noticias como si a toda la población le interesara saber cada día lo que ocurre con personajes endiosados como Ronaldo, Messi o Neymar, que lo único que hacen es mover un balón y evadir impuestos. La indecencia de dinero que mueven los clubs y que la sociedad lo permite….
Es una pena que un deporte que podría ser sano, inspirador y motivante para las personas, lo hayamos convertido en un negocio sucio y en una fuente de violencia.
Gracias por tu comentario Agustín, coincido contigo en lo que comentas. Triste pero cierto…