«El único lugar donde tus sueños son imposibles es en tus pensamientos.»
Robert H. Schulle.
Igual es que el tiempo de ser finalizó
y le llegó a la nada la hora de asentarse.
Igual es que lo que quiso ser no sucedió
y, entre no poder y no ser, murió su instante.
Agotó su inspiración a base de ideas fugadas
y las que se quedaron perdieron su frescura
porque rápidamente se vieron acompañadas
de la decrepitud a modo de cruel envoltura.
Medias sonrisas que apenas son muecas
e ilusiones por la decepción tan veladas,
como una caja repleta de ricas galletas
que nunca se abrió para ser degustada.
El fracaso se erigió el centro de su vida,
que ondeó como su perpetua bandera,
no por los empeños de acciones fallidas,
sino por condena de quien nunca lo intenta.
Que los sueños no tienen futuro
cuando solo residen en la cabeza
porque chocan contra un muro
de inmaterialidad tan manifiesta
como tratar de hacer mucho ruido
desde lo más hondo de una caverna.
Los sueños carecen de porvenir
si nunca pasan de ideas
porque no puede existir
aquello que solo se recrea.
¿Dónde se gestó tanto afán
de pasar por la vida de puntillas
y apenas ser actor secundario
en su ansiado papel protagonista?
¿Dónde se gestó tanto afán
de sucumbir sin gloria y con pena,
si cuando llegó su último acto
jamás había entrado en escena?
SagrarioG
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