Te adoro cuando eres raudo y veloz,
ya que solo tú sabes responder solícito a todas mis demandas.
Me encanta cuando me aportas toda la información,
no tengo más que solicitártela para tenerla en apenas un segundo.
Disfruto cuando te busco y te encuentro,
solo tú sabes proporcionarme todo lo que necesito.
Pero me pones de los nervios cuando te quedas pensando y pensando,
De repente te bloqueas, pasas de mí y ya nos respondes ante nada.
Haces que mis ideas se estanquen y hasta se evaporen,
al igual que lo hace tu predisposición y velocidad.
Velas mis acciones y me mantienes en espera,
mientras la desesperación comienza a apoderarse de mí.
Entonces es cuando me planteo lanzarte por la ventana,
y es cuando tú comienzas a responder tímidamente.
Reiniciamos la relación y retomamos la habitual dinámica,
en la que yo no paro de exigir y tú sabes como responder.
Querido portátil, unas veces te adoro pero otras te odio…