Una taza de té caliente entre mis manos,
cuyos aromas juguetean con mi nariz,
y, mientras, el alféizar de mi ventana
recibe las gotas de lluvia del mes de abril.
Días de calor
y días de frío,
inestable es la primavera,
pero incesantes los trinos.
Las aves no guardan silencio,
ni la vegetación ya oculta
lo que le obligó el invierno,
cuando la primavera exige
mostrar lo que guardan dentro.
Explosión de colores y aromas,
tanta vida que vuelve a surgir,
es el letargo que por fin abandona
a los que quieren dejar de dormir.
Esa vida que se abre paso
en los días del mes de abril,
y que quiere asentar en mayo
la gran exhibición del resurgir.
Dejo la taza de té sobre la mesa
y abro totalmente la ventana
para disfrutar del espectáculo
que la naturaleza nos regala.
A pesar de no saber valorarlo,
a pesar de tratar de aniquilarla,
porque ella sigue fiel a sus pasos,
aunque coartemos sus zancadas.
Y no pare de enviarnos señales
que son tan terriblemente claras,
pero que nosotros solo obviamos
de una forma cruel y descarada.
Quiero más meses de abril,
quiero muchas más primaveras,
donde el milagro de renacer
sea un ciclo que nunca cesa.
SagrarioG
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